martes, 4 de febrero de 2014


No soy tan joven ni tan vieja
pero vivo con la nostalgia de una vieja que añora la joven que se sentía anciana
por una melancolía que arrastraba de su reciente recuerdo de un pasado que no entendía
absurdamente atada a una tristeza que me precede
alimento, sin embargo, de esta obsesión enfermiza por la palabra
salvación de mi vida terrenal
condena de mi alma
por ser muerta y parida en los ochenta
perdida y encontrada
con el rostro marchito en alguna pared del Centro
y la voz amarga cantando dulces melodías para redimirme
posmoderna de la posguerra apropiándome del grito rítmico de la calle
rechazada por ser flor que escupe piedras
imperdonable desertora de la comodidad ignorante de la clase media
aún no me acostumbro a los entierros de mi generación

4 de febrero 2014

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