lunes, 28 de julio de 2014



Hay viajes que no se miden por la distancia sino por la intensidad
salí de casa con una carga que fui dejando tirada en la euforia de los ciclos que voy cerrando
mudé de piel por la noche
dejé la cáscara de mi
en una almohada ajena
y viajando de vuelta me di cuenta que no me nació piel nueva
más bien piel profunda sale a la superficie
esta piel cicatrizada
que intenté ocultar tras un disfraz de mala calidad
porque me duró tan poco
pero me alegro
porque hoy puedo llorarme como hace dos años no puede
porque no viajó mi persona
sino de mis poros hacia adentro
y me reconozco sobreviviente
de mi misma y mis verdugos
de mis adicciones e intoxicaciones
de mis muertes y resurrecciones

que se quede en la carretera tirada mi miseria de víctima
y que se quede conmigo esta tristeza que vivifica
me hace falta lavarme las heridas con lo único que las cura:
el mar que me brota de los ojos en ríos
el llanto que me regresa al útero inmenso de los océanos

cada vez que algo muere
otras muertes vienen a buscar entierro

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